¡Plas!
Siento cómo mi cuerpo choca contra algo y cae al suelo. Algo familiar se extiende por mis piernas. Ah, sí. Dolor.
¿Qué estaba yo haciendo? Corría, creo. Sí, corría, a toda velocidad. ¿Dónde? No sé. Solo recuerdo que era... monótono. No recuerdo que mis pies pisaran algo distinto jamás. Una y otra vez, lo mismo se repetía, sin descanso. ¡Qué aburrimiento!
Me encuentro aturdida. Hacía tiempo que no paraba de correr y el golpe me ha dejado trastocada. Demasiado repentino, me reprocha mi cabeza doliente.
Por fin, me decido a mirar hacia el frente. La incredulidad me abofetea, ¡no hay nada!
...¿o sí?
Poco a poco, con mucha dificultad (pero mucha), me levanto, confusa.
Siento la necesidad de alzar las manos, pero me da miedo. Bah, qué demonios..
Busco mis brazos y estos, obedientes, responde a mi llamada. Los estiro hacia delante a la par que extiendo mis manos y desengarroto mis dedos, dejando las palmas al aire. Busco a ciegas en la nada, y al fin palpo algo frío. Y suave. Y... transparente.
Vaya mierda, me dice mi voz interior, y yo le doy la razón.
Pero de pronto, algo se activa en mi interior, más o menos en mi cerebro, y creo que casi puedo escuchar un clic imaginario en mi mente. Mis ojos, mi mirada, cambian, y el temor desaparece.

De pronto, mis manos, que seguían apoyadas sobre el muro, se hunden en este. Se ha vuelto incorpóreo, casi vaporoso, y me permite pasar.
Creo que hasta puedo ya escuchar con más nitidez esa llamada seductora del otro lado. El deseo de atravesarlo por completo se hace más fuerte, y pronto vence a las dudas y el miedo. Mis piernas cobran vida y actúan, y pronto, antes de que me pueda dar cuenta, he traspasado la pared y me encuentro en aquel mundo nuevo que tanto promete.
Es... indescriptible, me digo a mí misma. Doy vueltas y vueltas sobre mi propio eje, lo observo todo, y todo gira a mi alrededor. <<¡Increíble!>>, exclamo, maravillada y llena de asombro.
Mis cinco sentidos son puestos a prueba de las maneras más deliciosas, y hasta creo que hay un sexto que comiento a experimentar por vez primera. Y me gusta.
Pero, de repente, todo cambia. No, espera, todo lo bueno sigue ahí, de la misma manera que antes, soy yo la que ha cambiado. Noto cómo ese mundo bello que giraba a mi alrededor, se estrecha y me agobia, y me falta el aire. Quiero escapar. No, necesito escapar. Busco desesperadamente el muro que traspasé, pero, oh estúpida, ¡es invisible! ¿no lo recuerdas? Mierda, mierda.
Comienzo a correr hacia todos lados, dando palos de ciego. Lloro de angustia. Quiero irme de aquí.
Al fin, igual que al principio, choco de nuevo contra el muro, y esta vez me cuesta bastante más que este me permita la entrada hacia su otro lado. Le suplico entre lágrimas que me deje pasar, y acaba cediendo. Jadeando por las prisas, caigo hacia donde estaba antes y beso y acaricio aquel suelo que antes desprecié.
Ten cuidado con lo que deseas, me dice una voz lejana. Porque puede hacerse realidad.