jueves, 30 de junio de 2011

Siempre en estado de espera...

Hey babies :3
Estamos en verano, las hojas caen, el suelo quema y te darían ganas de tirar a la basura ese puñetero aire acondicionado que apenas funciona para sacarte de los cuarenta grados en los que vives a la sombra. Digamos que, tras comprobar el calorazo que da el ordenador portátil en mis piernas, no me voy a disculpar por haber estado más de un mes sin dar señales de vida.

Mientras escucho ''Fiesta pagana'', de Mago de Oz, me pregunto cuántas veces he intentado remediar algo que he hecho y de lo cual me he arrepentido después, cuando ya era demasiado tarde como para solucionarlo. En ocasiones me he sentido estúpida por un comentario que de primeras me pareció cojonudo, hablando mal y pronto, y después he comprendido lo bonita que estaba mi cara cuando mis labios no emitían sonido alguno.

Y es que he hecho tantas cosas en tan poco tiempo... he visto demasiado y sentido en exceso, ¿dónde está ese lugar en el cual dicen que existe la calma, y carece de la frase ''comerse el coco''?
Es entonces cuando cierro los ojos y me sumerjo en un sueño que vaga entre lo ficticio y lo real. Quién sabe cuándo despertaré.

Mis pies descalzos caminan sobre la playa. Siento cómo la arena se cuela entre mis dedos, y me relaja la humedad que los empaña. Los hundo en el suelo y me quedo allí un rato, admirando la vista. El mar está en calma, el crepúsculo, imponente y majestuoso; ni un alma cruza el lugar. ¿Dónde está todo el mundo? ¿Por qué nadie viene a un sitio tan maravilloso? Algo que nunca ocurre, pasa entonces: una lágrima de emoción surca mi mejilla y me hace sonreír al mismo tiempo. ¿Qué leches sucede en este asco de mundo? ¿Y por qué, a pesar de estar en un paraíso como este, no puedo dejar de sentir pena?
Una sombra recorta el atardecer, y me sorprendo al reconocer su figura. Es él. Mi corazón late, algo que odio que pase, e intento desesperadamente estirar los brazos hacia él. Camino, y me detengo en seco. Una voz ha hablado dentro de mí:
-Detente.
¿Es él? ¿Podría serlo?

De repente, una oscuridad incierta se cierne sobre mí, dejándome sin respiración. Me tira al suelo, y allí jadeo, hundiendo las uñas en la arena, buscando algo de aire. Cierro los ojos con fuerza.
Cuando los abro, el paisaje ha cambiado. Estoy en un páramo sin vida. Mis pies ya no caminan sobre arena, sino sobre hormigón frío y duro. Pero esta vez no siento nada.
Es de noche, y cuando alzo la cabeza, una luna fría y lejana me tranquiliza y me transporta a un sopor y una paz inigualable. ¿De verdad se podía sentir aquello? 
Un tacto familiar me roza en algún lugar de mi cuerpo y hace que me gire. Él esta mirándome, allí de pie, de tal manera que me corta el aliento. Su presencia me abruma. Y con sus ojos azules me hace sonrojarme como nunca lo he hecho. Su mirada me atraviesa. 
-Sabes que no deberías hacer esto.
Y aunque no sé a qué se refiere, le entiendo, y las palabras surgen solas de mi boca:
-Lo sé. Pero no puedo parar.
Él ríe.
-Yo tampoco.
Entonces, algo frío y afilado me atraviesa, dando fin a mi vida...

...y abro los ojos.Jadeo sobre la almohada y respiro bien al cabo de un rato.

Dos palabras cruzan mi mente: Nunca más.

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